Para la fiesta de Halloween de este año se me ocurrió un disfraz curioso: víctima de zombie… con zombie!
Llevaría un torso de zombie atacándome por la espalda (solo el torso, que es menos peligroso si te entran por detrás). Pero lo más divertido es que una de las manos del zombie es de plástico y la otra ¡es mía!.
Lo mejor es hacer un croquis:
Y después, corriendo a la tienda de todo a un euro a por los:
Y ahora, ¡manos a la obra!
He buscado en Internet la receta del cartón piedra y ¡hay un montón de variantes!. ¿Cual será la buena? Al final me he decidido por ésta: medio tazón de agua, dos o tres cucharadas soperas de harina, un poco de azucar (no tengo ni idea de para qué sirve, pero con azucar todo sale mejor, no?), y un chorro de cola blanca que ayuda a que los trozos de papel se estén quietos donde los pongo.
Inflo un globo, y le pruebo la careta, a ver qué tal queda. Después es cuestión de ir poniendo trocitos no muy grandes de papel de periódico (o de las páginas amarillas, que hoy día no sirven para nada) cruzándolos sobre el globo.
Lo cuelgo de la cuerdecita del globo, y mientras se seca se me ocurre que necesito un cuello para que el semi-zombi no se parezca a Bud Spencer.
Así que preparo un tubo de cartón ondulado y se lo añado a la globocabeza con un poquito de cinta adhesiva (para no decir Fixo, que es una marca comercial). Por último lo pinto con spray negro, que siempre queda elegante. En realidad no sirve para nada, pero he descubierto que me encanta pintar con spray. Eso sí, cuidado con estos botes, porque la neblina que producen es incontrolable. Ahora tengo zapatos con motitas.
Encontrar la máscara ideal me ha costado más de lo que pensaba. Demonios, brujas, vampiros… había de todo menos el zombi o el viejo con mala cara que buscaba. Por suerte (y por dos euros y medio) conseguí una bastante horrenda en una tienda de (casi) todo a un euro.
No tenía ojos, como es lógico porque por algún lado tiene que mirar el que se la ponga, pero con una pelotita de ping-pong cortada por la mitad y un poco de pegamento instantáneo le hago unos globos oculares estupendos. Ahora hay que pintarlos, si el perrito -que le ha cogido cariño al silencioso señor de cartón piedra- me deja.
Como una de mis manos va dentro del zombi, tengo que hacer una de mentira que colgará de mi brazo izquierdo. Y ya que estoy con el cartón piedra, se me ocurre ponerme un guante de latex y cubrirlo también de trocitos de periódico empapados en la mezcla. Tendré que esperar un rato sin moverme hasta que se seque, pero ¡todo sea por tener una buena mano!
Al final no resulta tan buena idea, porque una vez seco ¡no hay quien se quite el guante!
Vuelta a empezar, pero ahora con un armazón de alambre forrado de plástico de embalar (de ese que tiene burbujitas que a todos nos encanta explotar). Lo cubro con otro guante y más cartón piedra.
El zombi me debe agarrar con dos brazos, uno de los cuales es de plástico (de una tienda de juguetes) y el otro es de carne (porque es mío). Lo suyo es que las dos manos se parezcan, y para eso busco un guante de goma y lo pinto de un color parecido al brazo falso.
Pintando las uñas de ambas manos igual de mal, el efecto muñeco está conseguido!
El brazo izquierdo -vacío- queda fofo y falso, así que con unos tubos hago un brazo con su codo y todo. Lo malo es fijarlo al hombro sin que abulte mucho y sin que se caiga, claro.
Con el culo de una garrafa de plástico invento una prótesis de hombro que encaja perfecta. Mi idea (muy mala, como veré después) es sujetarla dentro de la chaqueta con una tira de velcro.
Queda un brazo un poco canijo, así que le doy unas vueltas con plástico de burbujitas y cinta adhesiva.
Como solo estoy haciendo medio zombie, lo suyo es que le asome un trozo de la columna vertebral por abajo.
Para hacer tres o cuatro vértebras cojo un tubo de cartón, corto unos trozos y les pego unas piececitas a los lados para darles un aspecto más óseo. Más cartón piedra por encima (me estoy convirtiendo en un experto!), y a secar.
Mientras espero, se me ocurre que con unos discos intervertebrales -sí, esos que se hernian y duelen- la columna quedaría mucho mejor. Eso significa otra excursión al chino (Ta-To-Kao!).
Pintar, secar, ensartar y listo!:
Un poco de rojo sangre seca le da el toque final a este estupendo hueso para el puchero.
¿De donde saco un cuerpo, bueno, medio cuerpo de zombi? -Pensé mientras cargaba con la compra del super.
¡Caramba!, ¡si llevaba ocho kilos de respuesta colgando del brazo! Gracias a un listo de mi urbanización, que ha puenteado el agua de pozo con la potable, ahora tenemos que beber agua mineral. Y precisamente la garrafa que acababa de comprar será el tronco del semi-zombi.
A un lado le sujeto el brazo de plástico. Como no se cómo quedará cuando me lo eche a la espalda, debo dejar el hombro un poco suelto para poder ajustarlo después.
Obsérvese el detalle de las sofisticadas articulaciones.
La botella me parece un poco blandengue una vez vacía, y decido añadirle otra -abierta por abajo- para darle más solidez al torso. Así que meto una dentro de otra y las pego con un buen montón de pegamento de contacto. Una camisetita le da un aspecto más varonil, a lo Bruce Willis.
¡Hora de probar todas las piezas juntas!
Al ponérmelo, compruebo que el zombie tiende a caerse hacia atráa y a quedárse mirando la luna (sería poeta cuando estaba vivo). Además la hombrera que sujeta mi brazo falso no supera la prueba del baile y se va descolgando poco a poco. Si doy un par de saltitos más, acabaré rascándome el pie sin tener que agacharme
¡Mil rayos! El zombie se cae, mi brazo falso de descuelga, los velcros de despegan… y esta noche es Halloween!
De repente, ¡chas! (como diría Tamariz), se me ocurre una idea: haré un arnés donde sujetar todas estas partes rebeldes que intentan escapar ¡Se suponía que el zombi estaba muerto!.
Con una cinta y una hebilla de una vieja mochila (vale, es verdad, nunca tiro nada) hago una especie de cinturón que puedo pasar por detrás del cuello y graduarlo como me interese.
El zombi necesita un pequeño enganche, que uniré al arnés con un mosquetón pequeñito, de los que vienen en las acreditaciones de los congresos.
Hora de ponerme a mi querido compañero de fiesta. Primero el arnés, luego la chaqueta, sacando el brazo por un descosido bajo la manga. No es cosa fácil, y por poco no acabo sacando un brazo por la cremallera del pantalón.
¡Casi se me olvida la columna vertebral!
Con el guante de goma en mi mano izquierda y un poco de maquillaje y latex líquido en la parte donde el zombi me roe la cara, así quedó el conjunto:
Entre el chaquetón, el guante, y el zombie echándome el aliento, la verdad es que se pasa algo de calor, ¡pero el efecto lo merece!
Aquí estamos con unos amigos:
~~DISCUSSION~~