HOMENAJE

Hoy es un día importante para mí y espero que, al final de la clase, lo sea también para vosotros. Os contaré la historia de un hombre modesto y generoso pero al mismo tiempo vanidoso y egocéntrico, e inteligente al máximo. Un hombre que ya no está entre nosotros.

Podeis desconectar la grabación de vuestros equipos. Quiero que esta clase la recordeis sin ayuda de vuestros ordenadores. Será un pequeño homenaje a una época en la que la enseñanza era diferente. Quizás peor en muchos aspectos a la que disfrutais a diario, pero con algo sutil y sencillo que podía llegar al corazón de corazón de los chicos y chicas sensibles.

Prestad atención por favor.

La historia comienza hace doscientos años, con un niño tímido y precoz que aprendió a leer sin ayuda de nadie. Tenía pocos amigos y no creía en ningún dios. Su familia era una familia común, de clase trabajadora, que residía en lo que antes eran los países del Este.

Poco después de nacer nuestro protagonista se trasladaron al Oeste, a los Estados Unidos de América. Un hermanito engrosó las filas de la familia y nuestro hombre tuvo que colaborar en el negocio familiar. Repartía periódicos, acudía a la escuela, atendía la tienda de caramelos… No le quedaba mucho tiempo libre para su afición favorita: la lectura. Devoraba libros y revistas a escondidas de su padre. El trabajo y la lectura forjaron su carácter. Disciplinado y erudito, se acostumbró a trabajar sin descanso durante todos los días de su vida. Pronto cambiaría el hábito de leer por el de escribir.

Escribía asiduamente al correo de su revista de ciencia ficción favorita. Incluso se atrevió a escribir varios relatos para ella. El editor rechazó sus nueve primeros intentos aunque lo animó a continuar. Otra revista del género admitió sus trabajos sin tantas trabas dándole esperanzas para proseguir con su afición literaria.

A partir de aquí todo fue sobre railes. Escribió y publicó relatos y novelas, discutió con editores, acudió a convenciones, recibió premios y reconocimientos… Terminó sus estudios velozmente, recordad que era muy inteligente, y se convirtió en doctor en ciencias químicas. Sus escritos alternaron desde entonces entre la ficción y la realidad. Descubrió que podía explicar las teorías más complicadas de forma simple y asequible. En aquel entonces los alumnos debían tomar multitud de apuntes a mano, memorizar tablas y complicadas fórmulas, dejando de lado la auténtica comprensión de las materias impartidas. Existía un extraño sistema de microexámenes eliminatorios en fechas concretas en los que se ponía a prueba, no el raciocinio, la creatividad o la capacidad de entender la realidad, sino la memoria, la voluntad de estudio y la resistencia a la presión.

La mayoría de los maestros eran personas de grandes conocimientos con dificultades aún mayores para comunicarse con los jóvenes estudiantes. Os parecerá raro pero grandes personajes considerados genios no lograban pasar las pruebas escolares.

No insisto más sobre este tema. Sólo pretendo que valoreis el sistema actual y que sepáis que se lo debéis en parte al hombre del que os estoy hablando. Si sois tan amables de antender continuaré con la historia. No falta mucho.

- Nuestro doctor escribía sin descanso: novelas, relatos, ciencia ficción, policíacas, de divulgación, ensayos, artículos… Abarcaba casi todas las ramas de la ciencia, desde la historia a la astronomía, desde la biología hasta la Biblia.

- Y todos sus escritos se convertían en éxitos ! Su entusiasmo era contagioso y algunos jóvenes se convirtieron en grandes escritores al intentar emularlo. Muchos otros, sin pretensiones literarias, también sacaron partido de sus libros. No me refiero a los editores (que se hicieron de oro) sino a la multitud de chicos tímidos y solitarios que lograron participar del universo en el que vivían. Nuestro hombre era uno de esos chicos que al crecer se había recubierto con una protectora fachada vanidosa y cínica.

- Su numerosa obra le reportó grandes beneficios. Sin embargo valoraba su función divulgativa por encima de la económica. Nunca hizo ostentación de su fortuna e incluso se ha llegado a murmurar que la empleaba en la financiación encubierta de proyectos relacionados con la cibernética y la psicología. Nadie ha prestado mucha atención a estos rumores ni merecen mayor interés. Os comento esto para preverniros de los periodistas sensacionalistas que intentarán aprovecharse del aniversario del doctor.

- Toda biografía tiene un triste final. Nuestro hombre continuó escribiendo hasta que los problemas de corazón se lo impidieron. En el hospital, incapacitado para hacer lo que más le gustaba, murió. Contaba entonces con 69 años.

En la pantalla del profesor se iluminó la señal recomendando que terminara la clase.

- Es todo. Recordad la historia y al hombre. Recordad lo que hizo por vosotros y aprovechadlo como se merece. No hay más clases por hoy.

Los estudiantes se levantaron despacio, pensativos, casi sin ruido. En sus ojos se leía admiración y respeto hacia la figura del doctor. Algunos serían escritores, otros, investigadores, todos, buenas personas. El profesor había conseguido impresionarlos con su relato.

El último joven se acercó al estrado - Señor, ¿volverá a darnos clase mañana ?

- ¿Te gustaría?

-Sí señor, me encantaría. Esta ha sido una de las mejores clases de grupo que he recibido. Me gusta su forma de contar historias, con sentimiento. Hace tiempo que me ronda la cabeza la idea de escribir un relato, pero no me he decidido hasta hoy.

- Sólo he venido a dar esta clase, pero quizá podamos arreglarlo de alguna manera. Habla con tus compañeros. Los que han disfrutado con la clase pueden mandar un mensaje a su tutor comentándolo. Es posible que así me llamen para que vuelva. Y por mi parte lo haré encantado.

- ¡ Estupendo ! Seguro que llenamos el buzón del tutor. Gracias, señor. Hasta pronto, espero.

- Hasta pronto. Y, por favor, deja de llamarme señor. Mi nombre es Daneel.

HOMENAJE - (C) Alfonso E.M. 1995